El diseño y la utilidad son dos conceptos que deben ir de la mano en la creación de la etiqueta de un producto. Todo se resume a que la etiqueta es el medio a través del cual el productor puede comunicar las características de su producto al consumidor. Leer una etiqueta debe traducirse en ventajas y no en dificultades para el usuario.

Cómo debe ser una etiqueta

En una etiqueta entran en juego el diseño y la normativa. Según el nuevo Reglamento (UE) Nº1169/20122 sobre la Información Alimentaria Facilitad al Consumidor, tiene como finalidad proteger la salud de los consumidores y garantizar el derecho a la información. Es por ello que todo etiquetado debe proporcionar información útil, legible y comprensible al consumidor. Por tanto, según la nueva ley, el nuevo etiquetado debe ser cumplir con los siguientes requisitos:

  • Más información. Mayor conocimiento y mejor elección.
  • Más claras y comprensibles. Evitar ambigüedades y no inducir a errores.
  • Letras más grandes. Mejor legibilidad.
  • Información nutricional obligatoria. Toma de decisiones responsables y seguras.
  • Información nutricional agrupada. Fácil de consultar en un solo vistazo.
  • Unificación de datos y nomenclaturas. Una mejor comparativa de productos y análisis de alimentos.
  • Información destacada de ingredientes que causan alergias e intolerancias. Mayor seguridad para personas alérgicas o con intolerancias.
  • Información obligatoria en productos envasados y no envasados. Información sin excepciones, seguridad y facilidad tanto en compra o consumo, así como en compras a distancia.

Esta es una muestra de que el diseño de una etiqueta tiene que tener presente tanto su parte estética como funcional, dado que la etiqueta es una herramienta imprescindible en la toma de decisiones durante el proceso de compra, por ello es prioritario no perder de vista ningún elemento que entre en juego.